A NOSOTROS NOS FALTÓ PICASSO


por Osvaldo Vergara Bertiche


Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Mártir Patricio Clito Ruiz y Picasso, conocido como Pablo Picasso, nació en Málaga el 25 de octubre de 1881 y falleció en Mougins, Francia, el 8 de abril de 1973.
“Pintor y escultor español, junto con Georges Braque y Juan Gris, fueron los creadores del movimiento cubista. Es considerado uno de los mayores artistas del siglo XX, participó desde la génesis de muchos movimientos artísticos que se propagaron por el mundo y ejerció una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo. Incansable y prolífico, pintó más de dos mil obras sobrevivientes en museos de toda Europa y el mundo”.
¿Ejerció una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo? Sí… pero pareciera que salvo en nuestro país, ya que nadie pintó nuestro propio “Guernica”.
Picasso se declaraba pacifista y comunista y fue miembro del Partido Comunista Francés hasta su muerte. De ahí “la paloma de la paz” a raíz de su adhesión al Consejo Mundial en 1949 y su obra cumbre, aquella que mostró los horrores y la tragedia de la muerte de víctimas inocentes por el brutal bombardeo de la localidad de Guernica por parte de la alemana Legión Cóndor el 26 de abril de 1937.
¡Nosotros tuvimos un Guernica! ¿el bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de Junio de 1955 no fue un acto tan vil y cobarde como aquel otro? Pero a nosotros nos faltó Picasso.
Guernica, allá en el país vasco, fue bombardeada por enemigos externos. La Plaza de Mayo fue bombardeada por enemigos internos, miembros de la aviación naval. Enemigos internos del gobierno nacional del General Perón y del Pueblo argentino.
Las estimaciones actuales de víctimas fallecidas en Guernica oscilan entre 120 y 300 muertos. En la Plaza de Mayo murieron 350 personas y 2 mil quedaron heridos, de los cuales setenta y nueve quedaron lisiadas en forma permanente. Los cobardes agresores solicitaron asilo político en Uruguay.
Señala Salvador Ferla en “Mártires y Verdugos” (Editorial Revelación, 3ra. Edición, Buenos Aires, octubre de 1972, páginas 24 y 25):
“… La oligarquía ambiciona el regreso al poder total, la restauración de su régimen y la anulación del proceso revolucionario iniciado en 1943.
Conoce los obstáculos porque los ha palpado y reiteradamente se ha roto las narices contra ellos.
Son el pueblo politizado, presente, activo; y el ejército, colocado en su exacta ubicación nacional.
Al primero planea anestesiarlo mediante el terror; al segundo desarticularlo y reestructurarlo en milicia partidaria a sus órdenes.
La primera y potente inyección de anestesia la recibe el pueblo el 16 de junio de 1955.
Es el primer castigo, la primer dosis de castigo administrada al pueblo.Es el fusilamiento aéreo, múltiple, bárbaro, anónimo, antecesor de los que luego realizarían en tierra firme con nombres y apellidos (se refiere a la masacre de José León Suárez en la represión del levantamiento cívico-militar del 9 de junio de 1956, a los mártires y verdugos que le dan título al libro).
Entre este grupo de aviadores (entre los que estaba el capitán Cacciatore, que después del 76 cobraría fama y fortuna como intendente porteño) que mata desde el aire a una multitud, y los agentes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que “fusilan” a un núcleo de civiles en un basural, tirándoles a quemarropas sin previo aviso, solamente existe una diferencia de ubicación”.
Esa aviación, nuestra aviación, que nunca había tenido que bombardear a nadie, que no sabía lo que era un bombardeo real, hace su bautismo de fuego contra su propio pueblo y en su propia ciudad capital.
En Guernica y en Plaza de Mayo se cometió un acto de lesa humanidad. Pero a nosotros nos faltó Picasso.