HACE 32 AÑOS PRETENDÍAN ACALLAR LA VOZ DE DIOS


Monseñor Enrique Angelelli murió asesinado el 4 de agosto de 1976, haciendo aparecer tal acto de salvajismo, como un accidente automóvilístico.


Los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias fueron asesinados el 18 de julio de 1976, luego de ser secuestrados por quienes se identificaron como miembros de la Policía Federal.


A la mañana siguiente a este crimen, hombres encapuchados fueron a buscar al párroco de Sanogasta, pero éste se había ido por recomendación de monseñor Angelelli.


Cuando el laico que los atendió les dijo que el párroco no estaba, lo acribillaron.


El 4 de agosto, 17 días después del asesinato de aquellos sacerdotes, asesinan a monseñor Angelelli, en la localidad de Punta de los Llanos.


Según el relato del "Nunca Más", Angelelli "acababa de dejar Chamical donde había celebrado una misa y pronunciado una homilía en la que denunciaba los asesinatos de los dos sacerdotes".


"El obispo manejaba una camioneta, y el padre Arturo Pinto que lo acompañaba recuerda que apenas dejaron Chamical comenzó a seguirlos un automóvil; el obispo aceleró pero entonces apareció otro coche y a la altura de Punta de los Llanos los encerraron hasta hacer volcar la camioneta", señala.


El cuerpo de Angelelli "quedó tirado en el suelo durante seis horas, la camioneta desapareció y la única lesión que presentaba el cadáver del obispo fue la nuca destrozada tal como si lo hubiesen molido a golpes.


La carpeta que llevaba jamás pudo ser encontrada".


"No vengo a ser servido sino a servir. Servir a todos, sin distinción alguna, clases sociales, modos de pensar o de creer; como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres", con estas palabras monseñor Enrique Angelelli asumió la conducción del Obispado de La Rioja en 1968.


El religioso nació el 17 de julio de 1923 en Córdoba en el seno de una familia de inmigrantes italianos, y a los 15 años, ingresó al Seminario Metropolitano Nuestra Señora de Loreto.


Al iniciar el segundo año de teología, fue enviado a Roma para completar sus estudios y a los 26 años fue ordenado sacerdote y continuó sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma hasta obtener la Licenciatura en Derecho Canónico.


De regreso a la Argentina, y a su provincia, comenzó su labor pastoral, y en 1952 se hizo cargo de la atención pastoral de la Capilla de Cristo Obrero y fue designado asesor de la Juventud Obrera Católica.


Tras haber ejercido como obispo auxiliar de Córdoba, en 1968 fue designado por Pablo VI obispo de La Rioja y su ministerio se caracterizó por estar junto a los trabajadores en sus reclamos y con los campesinos impulsando su organización cooperativa.


En septiembre de 1974, Angelelli viajó a Roma en visita "ad limina" y estando allí le sugirieron que no regresara porque su nombre figuraba en la lista de amenazados por la Triple A.


Sin embargo, Angelelli retornó y planteó los ejes de trabajo para 1975: "caminar con y desde el pueblo, seguir actuando el Concilio y continuar la promoción integral de los riojanos".


Pero con el inició de la dictadura militar en marzo de 1976 se intensificó el control y seguimiento a los miembros de la iglesia, en el marco de la represión organizada por el gobierno de facto.


Angelelli denunció las violaciones a los derechos humanos e hizo conocer al episcopado la persecución de que era objeto la iglesia en La Rioja.


Tras los asesinatos en julio de 1976 de los padres Gabriel Longueville y Carlos Murias, de Chamical, el 4 de agosto monseñor Angelelli retornó a la capital riojana, luego del novenario a los sacerdotes asesinados, y a la altura de Punta de los Llanos, su camioneta fue embestida por un auto Peugeot 504, que le provocó el vuelco.


A muchos les molestaba que el obispo afirmara siempre, que la Iglesia de Jesús ha de seguir siendo Pueblo o dejará de ser la Iglesia de Dios.


Su honda espiritualidad y su clara orientación pastoral sacudió a los tibios y molestó a los injustos y opresores. Por eso lo silenciaron.


No permitieron que un Obispo dijera: "El Cristo de la Pascua no quiere un pueblo resignado, sino luchador para lograr tener vida”.


Les molestaba que recordara que la Iglesia de Jesús ha de seguir siendo Pueblo o dejará de ser la Iglesia de Dios. Por eso, acuñó la frase que ha recorrido el mundo pastoral y es eje de una auténtica evangelización: "Deberemos tener permanentemente un oído puesto en el corazón del Misterio Pascual, que es Cristo, y el otro en el corazón del pueblo que debe ser protagonista".


Al cumplirse 32 años de su asesinato, uno mi voz al clamor del sufriente Pueblo creyente que se debate en la miseria y la postergación y que busca en Dios no sólo la salvación eterna, sino la justicia reivindicativa de vivir mejor aquí en la Tierra.


Monseñor Eduardo Angelelli fue un protagonista digno y valiente en la lucha por esos ideales.


Rosario, Provincia de Santa Fe

4 de Agosto de 2008