COMO EN LOS VIEJOS TIEMPOS

Por Osvaldo Vergara Bertiche
9 de Enero de 2010
Como en aquellos tiempos de la Libertadora, de alias Fusiladora, de Aramburu y Rojas, hay que volver a la resistencia, a la auténtica Resistencia Peronista, hoy una ampliada Resistencia Popular con la inclusión de otros sectores del campo Nacional, pero Resistencia al fin.

Aquella, singular, heroica y combativa actitud de miles y miles de compañeros en todo el país que comenzó como un movimiento inorgánico, que llevó a cabo sus acciones en los mismos lugares de trabajo.

Consistieron en pequeñas maniobras individuales de sabotaje, o formas de protesta colectiva, como detener el trabajo por un par de minutos y ponerse a silbar la “marcha”.

Muchos de los integrantes de los grupos de resistencia comenzaron a formar comisiones internas dentro de las fábricas y otros en forma paralela forman grupos de choque que se dieron a conocer como “comandos” de la Resistencia.

Estos “comandos” llevaron a cabo acciones de protesta y reivindicación como volanteadas clandestinas o la detonación de artefactos explosivos de fabricación casera, bautizados popularmente como “caños”, caños peronistas.

Uno de los principales impulsores de los “comandos” de la resistencia, fue el abogado y ex diputado John William Cooke.

Rebelde y combativo, Cooke representa la opción más revolucionaria del peronismo. Por su carácter aguerrido e intransigente, y su aguda percepción política, Perón, desde su exilio en Venezuela, lo elige como su delegado personal, y lo distingue con el cargo de “jefe de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero”.

Para la misma época en que la Resistencia realiza sus primeras acciones de protesta, un grupo de militares leales a Perón planea un levantamiento armado contra el gobierno. La noche del 9 de junio de 1956, una sublevación militar, encabezada por el general de división Juan José Valle, intenta tomar la Escuela de Suboficiales de Campo de Mayo, la Escuela de Mecánica del Ejército de Buenos Aires, y el Regimiento número 7 de infantería de la ciudad de La Plata.

Al mismo tiempo, varios comandos civiles de la resistencia peronista inician acciones de apoyo en las ciudades de Avellaneda y Rosario, y en la provincia de La Pampa.

Llegada la medianoche, casi todos los focos de la rebelión son reprimidos. Salvo en el caso de La Plata, donde las fuerzas rebeldes, al mando de una división entera de tanques de guerra, se traban en combate hasta altas horas de la madrugada.

El 10 de junio, el gobierno militar de la Revolución Libertadora establece la ley marcial. En las siguientes 48 horas, se llevan a cabo fusilamientos en Lanús, La Plata, José León Suárez, Campo de Mayo, la Escuela de Mecánica del Ejército y la Penitenciaría Nacional. Para la medianoche del 11 de junio de 1956, la lista de ejecutados asciende a 16 militares y 13 civiles.

Con la intención de poner fin a las ejecuciones, la mañana del 12 de junio, el general Juan José Valle se entrega a las autoridades militares.

Esa noche, en el patio de la Penitenciaría Nacional, Valle es fusilado.

Pero la Resistencia no cesó, continuó de variopinta maneras hasta el regreso del General, aquel 17 de Noviembre de 1972, fecha que nos invita a brindar un especial reconocimiento a todos los militantes. Esos militantes, que lucharon con sincero entusiasmo, tenacidad y sacrificios, animados por un auténtico ideal.
Esos militantes, que supieron entregarse, enteramente, a una causa política, siendo víctimas de la intolerancia, las persecuciones, la cárcel, la muerte y la desaparición. Esos militantes que lo dieron todo.
Hoy, a más de cincuenta años, debemos volver a organizar la Resistencia. Esta vez no contra mandamás de un gobierno de facto, sino contra una oposición mediática, falaz, incompetente y destituyente.

Esta vez no con “caños” ni volanteadas clandestinas.

ESTA VEZ CON MOVILIZACIONES POPULARES.
ESTA VEZ CON EL PUEBLO EN LA CALLE.

El enemigo es el mismo de entonces.

En vez de aquellos integrantes de la Unión Democrática, cuya Junta de Coordinación Democrática estaba presidida por el radical Ricardo Garbellini, e integrada por Justiniano Allende Posse (Centro Argentino de Ingenieros), Germán López (Federación Universitaria Argentina), Bernardo Houssay (científico), José Santos Gollán (rector de la Universidad Nacional del Litoral), Alejandro Lastra, Joaquín de Anchorena (Sociedad Rural Argentina), Laureano Landaburu (PDN), Juan José Díaz Arana (Partido Demócrata Progresista), los radicales antipersonalistas José M. Cantilo y Diógenes Taboada, los socialistas Nicolás Repetto y Alfredo Palacios, el radical Gabriel Oddone, Carlos E. Díaz Cisneros y Gregorio Aráoz Alfaro, []y que el 19 de setiembre de 1945 hicieran su aparición pública con “Marcha de la Constitución y la Libertad” (en la que se entonaba “La Marsellesa”) y en la que cincuenta personajes encabezaban la marcha, entre ellos los radicales José P. Tamborini, Enrique Mosca, Ernesto Sammartino y Gabriel Oddone, el socialista Nicolás Repetto, los radicales antipersonalistas José M. Cantilo y Diógenes Taboada, el conservador (PDN) Laureano Landaburu, los demócratas cristianos Manuel Ordóñez y Rodolfo Martínez, el comunista Luis Reissig, el demócrata progresista Juan José Díaz Arana, y el rector de la UBA Horacio Rivarola

En vez de aquellos civiles de la Junta Consultiva creada el 28 de Octubre de 1955, representando a la Unión Cívica Radical:
Oscar Alende, Juan Gauna, Oscar López Serrot y Miguel Ángel Zavala Ortiz; al Partido Socialista: Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto; al Partido Demócrata Nacional (conservador): José Aguirre Cámara, Rodolfo Coromina Segura, Adolfo Mugica y Reinaldo Pastor; al Partido Demócrata Progresista: Juan José Díaz Arana, Luciano Molinas, Julio Argentino Noble y Horacio Thedy; al Partido Demócrata Cristiano: Rodolfo Martínez y Manuel Ordoñez; y a la Unión Federal (nacionalista): Enrique Arrioti y Horacio Storni…

En vez de todos aquellos personeros de intereses antinacionales y antipopulares, y como las víboras solo paren viboritas, hoy se llaman Cobos, Macri, Carrió, Sanz, Morales, Solá, de Narvaez y tanto otros, todos rodeados de sus adlateres, acompañados de la impresentable Mesa de Enlace sojera y de sectores del capital concentrado y de funcionarios funcionales como el “rebelde sin causa” Martín Redrado y jueces de la justicia injusta de amparos dudosos y fallos sospechosos.

En vez de Braden… Arturo Valenzuela, funcionario jefe de la diplomacia para Latinoamérica del “carapalida” presidente estadounidense Barak Obama, que realizó una feroz embestida contra el gobierno argentino.

Como en los viejos tiempos, todos amontonados con un solo objetivo: impedir toda política destinada a resolver los problemas de los más necesitados, colocarnos de rodillas, acorralarnos con corralitos, frustrar nuestro crecimiento, liquidar nuestra manera de Ser comos somos; en definitiva someternos a los designios del imperio.

Como en los viejos tiempos, todos en plan de provocación y conspiración permanente contra el gobierno constitucional del peronismo (por más que les pese a algunos).

Como en los viejos tiempos urge la Resistencia a todos estos intentos.

La batalla por la Ley de Medios Audiovisuales se dio en las discusiones y en la calle.

De idéntica manera, debemos impedir las pretensiones del gorilismo profesional, centrando la lucha en el campo de las ideas y en las calles.

Como señala Jorge Giles en su artículo “¿Una rebelión “carapintada” en el Banco Central?”, pobre de nosotros si ganaran estos personajes.
Publicado en www.elortiba.org